Amada Por Dios
By Mia | From : Republica Dominicana | School : Margarita Muniz AcademyEl 20 de Diciembre del 2006 en la República Dominicana, nací yo, en una época en la cual las familias se unen. Nací exactamente 5 días antes del nacimiento del niño Jesús. Mi llegada emocionó mucho a mi familia, ya que tomaron mi nacimiento como un regalo de Dios. Al ser la hija más pequeña, mi padre siempre dice que soy su último “retoño”. Después de haber nacido, mis padres decidieron ponerme el nombre “Mia”. Mi madre siempre me ha dicho que escogió mi nombre después de verlo en una película llamada “Diario de Princesas”. Nunca me había hablado sobre el significado de él, ya que nunca le había prestado mucha atención. Yo tampoco lo había hecho, hasta que descubrí que mi nombre tiene cierto significado que siento que se relaciona mucho conmigo.
Cuando cumplí mis 15 años, pensé que iba a ser uno de los mejores años de mi vida. Todos los latinos describen esta edad de una manera muy específica, especialmente para las mujeres. Siempre hablan de cómo esta edad es muy importante para nosotras porque damos el paso de “niña a mujer”. Esto siempre me hizo pensar que a esa edad, todo iba a ser color de rosas. Pero así no fueron las cosas. Cometí un error que me marcó bastante, pero aprendí mucho de él. Yo era una niña muy tranquila. Disfrutaba mucho estar con mis nuevos amigos, ya que era mi primer año en una nueva escuela. Pero en este proceso, conocí personas que hacían cosas que yo veía mal. Por lo tanto, trataba de mantener mi distancia con estas personas. No me llevaba mal con ellos, pero simplemente me alejaba cuando veía esas cosas que no me gustaban. Hasta que un día, hice algo que nunca me creí capaz de hacer.
Todavía recuerdo ese día como si fuera ayer. No se que me pasó por la cabeza cuando decidí hacerlo. Después de haberme dicho a mi misma varias veces que no iba a ser como ellos, terminé siéndolo por ese momento. Mis padres lograron enterarse de esto que hice, lo cual los afectó mucho al igual que a mi. Yo era una niña que nunca había hecho nada que pareciera incorrecto, y menos a escondidas de mis padres. Ellos me veían como su niña inocente, pero después de esto dejaron de hacerlo. Quedaron muy decepcionados conmigo, y estaban en todo su derecho de estarlo. Me sentía muy triste y enojada conmigo misma. Pasé varias semanas muy desanimada, y las cosas en casa ya no eran igual. Me sentía rara, y por momentos tenía el sentimiento que ellos nunca iban a llegar a perdonarme. En medio de todo el caos, decidí recurrir a Dios. Aunque no solía hacerlo mucho, esta situación me empujó a creer más en Dios y a orar. Todas las noches yo era un mar de lágrimas. Le pedía a Dios que me perdonara por lo que había hecho. Que me motivara a seguir adelante a pesar de que no me sentía capaz de hacerlo. A la misma vez le pedía el perdón de mis padres, para que pudieran volver a confiar en mí como lo hacían antes.
Mientras pasaban los días, seguía orando. Nunca crecí en un hogar cariñoso. No significa que no me dieran cariño, sino que nunca he tenido esa relación cercana con mis padres a pesar de que pienso que esa cercanía pudo haberme ayudado mucho en ese momento. Con mis padres no llegué a tener esa conversación del perdón. Pero con el tiempo, las cosas surgieron y he logrado recuperar parte de esa confianza que ellos me tenían. A veces siento que no me han perdonado del todo, y creo que al igual que yo han aprendido a vivir con eso. Desde ese entonces, he sentido que el haberme acercado a Dios me ayudó mucho a superarme y seguir adelante.
Después de haber investigado sobre mi nombre y sus significados, descubrí que “Mia” significa “Amada por Dios”. He reflexionado mucho sobre las experiencias vividas y en los errores que he cometido. Siento que este ha sido el mayor ejemplo de amor de cómo Dios me ayudó y acompañó durante esa etapa difícil. Aunque me sentí incapaz, Dios me dio la fuerza que necesitaba y me ayudó a superarme. Continuo intentando demostrarle a mis padres que aprendí de mi error a pesar de que ya pasó mucho tiempo desde que eso sucedió. Como adolescentes todos cometemos errores. Y aunque por un buen tiempo estos errores nos pueden afectar, recuerda que estos nunca te definirán como persona.