Mis memorias y mi lucha para vivir con tranquilidad
By Maurine | From : Béziers | School : Lycée Jean MoulinBuenos días, buenas tardes, buenas noches… ¡depende!
Ante todo, pienso que tengo que presentarme un poco.
Me llamo Maurine y tengo 16 años.
Vivo en Béziers, una ciudad en el sur de Francia.
No puedo decir que tengo una mala vida. Más : tengo una vida muy buena. Mi familia es muy cariñosa y me cuida mucho, tengo amigos de verdad, tengo pasiones… pero tengo algo que, aunque no lo muestre mucho, pesa : soy ciega.
Esto pesa porque los gestos de la vida cotidiana, que normalmente se aprenden cuando una es niña, para mí son difíciles de aprender y aún ahora estoy aprendiendo algunos, y ¡aún me quedan por aprender! Afortunadamente, mucha gente me ayuda : una sicóloga, una ergoterapeuta (que me ayuda para los gestos de la vida cotidiana), una sicomotricista (que me ayuda para mi equilibrio), una instructora en orientación (que me ayuda para muchas técnicas para desplazarme como el uso del bastón), una maestra especializada (que me enseñó por ejemplo el braille), una ayudante (que me ayuda en la escuela), mi familia, mis amigos… ¡estoy muy bien acompañada! Pero a pesar de todo este apoyo, los gestos, la autonomía y la independencia son difíciles.
Pero de verdad, es una de las únicas cosas que me pesan debido a mi discapacidad. Aparte de esto, no tengo complejos físicos y me integraron muy bien en la escuela.
En la escuela primaria, tenía pocos amigos de mi edad, solía estar con más grandes o más pequeños. Era un poco inmadura y posesiva, entonces me rechazaban.
En el colegio y en el instituto fue más fácil porque maduré y cuidé mi personalidad.
En el colegio, hay algunos profesores y alumnos que no sabían muy bien cómo actuar conmigo pero la mayoría me acogió muy bien e hizo todo lo posible para que estuviera cómoda.
Seguí con el aprendizaje de la autonomía pero también de la vida en sí : entraba en mi adolescencia y decir que tenía algunas cosas en la cabeza sería un gran eufemismo. Tenía una multitud de preguntas, de tristezas, de alegrías… lo normal para una adolescente.
Siempre fui una chica que se encariña muy facílmente con la gente.
Un día, hace dos años, mis padres me dijeron que mi abuela había fallecido. Me lo esperaba porque hacía cinco meses que estaba enferma, pero aún así sentí una gran tristeza. A ella le decía cosas que nunca dije a nadie, era mi confidente.
Ese mismo día, intenté reanudar (reconectar) con una amiga a la que adoraba pero con quien había discutido. Cuando intenté hablarle de nuevo, esta chica me dijo de todo : era la persona la más mala del mundo, forzaba a los demás a hablarme cuando no tenían ganas, no sabía alejarme de los demás… cuando mi intención no era ofender ni forzar, mi intención era ayudar a esta chica que tenía problemas en su vida.
Esta chica ya no me habló nunca más.
Así, el mismo día perdí a una abuela magnífica, abierta y tolerante,y a una amiga muy importante para mí.
Aquel día fue el más triste que jamás viví.
Afortunadamente todo se solucionó : mi abuela no volvió pero la tengo en mi corazón y me alegro cuando pienso en ella, y ya no tengo los sentimientos que tenía por aquella chica.
Mis años de colegio acabaron muy bien : a finales del curso de sexto conseguí mi Graduado Escolar con un sobresaliente. Además, ese año, estaba en una clase donde era muy feliz.
Esos años de colegio me permitieron descubrir mis dos pasiones más grandes : la lengua española, que aprendí sola al principio porque no tengo a nadie en mi familia para ayudarme con este idioma, y el canto. Me dedico mucho a estas dos maravillas que embellecen mi vida. Voy a hacer todo lo posible para hablar el español correctamente y poder cantar con las buenas técnicas. Además, cuando sea mayor, quisiera ser profesora de español o de canto, así que ¡tengo que trabajar!
Este año, entré al instituto.
Prefiero mil veces el instituto al colegio porque siento que puedo expresarme más y dar mi opinión.
Todo el mundo en el insti fue simpático conmigo y recibí mucho apoyo.
Ya no he vuelto a vivir malas cosas como hace dos años. Ahora, la mayoría del tiempo, me siento feliz y amada.
Pero nunca me sentí tan alegre como el viernes pasado.
Me fui a cantar en un concierto que organizaba mi escuela de música.
Canté con más placer que nunca, con una pasión desmesurada. Canté con mi profesor de canto que me acompañó con el piano, y con mi padre que cantó conmigo y me acompañó con la guitarra.
Además, esa misma noche, simpaticé con una chica de la escuela de música a la que admiro muchísimo y que quería conocer lo antes posible. Además, pude cantar con ella un fragmento de una canción y la pude escuchar cantar y llenar la escena con su voz hechizadora y profunda.
¡Espero vivir otra vez días así muy pronto!
Hoy puedo decir que estoy orgullosa de mí porque maduré y aprendi mucho con los acontecimientos felices, pero también con los tristes que, de alguna manera, cambian la vida y la forma de ver las cosas. También estoy orgullosa de mí porque gané en autonomía y sobre todo en madurez e independencia.
¡A ver que va a pasar ahora en mi vida y en la de los que me rodean!
Maurine