No hay ningún destino, ni suerte, ni karma
By Bruno | School : Dunbar High SchoolTenía 7 años, vivía con mi hermano, mi padre y mi abuela. En las mañanas mi padre nos llevaba a mi y a mi hermano a la escuela. A menudo faltaba a la escuela y mi padre no nos permitía ir. Hubo un examen un día que planeaba faltar. Mi padre ya no nos podía llevar porque ya se había ido a trabajar. Así que mi abuela nos llevó y en el camino encontramos una caja llena de gatos, yo pedí llevarlos a la casa pero mi abuela no quiso y en lugar de eso me regaño sin sentido. Mi padre pasó por nosotros en el final de clases, él se dio cuenta de los gatos y decidió recogerlos para llevarlos a casa. Mi abuela discutió con él porque ella no quería gatos pero mi papá insistió y acordó quedarse solo con 2 gatos y los demás darlos a adopción. Así que mi hermano y yo elegimos uno cada uno. Elegí uno gris y lo llamé Puchi, de igual manera mi hermano hizo lo mismo y escogió una gata naranja llamándola Paola. Ambos estuvimos felices por tener mascotas. Los vacunamos, alimentamos, jugábamos con ellos y después de unos meses adecuados fueron duchados. Mi abuela poco a poco les agarró cariño y empezó a jugar con ellos. Luego mi padrino llamó a la casa pidiendo algo de espacio en el patio para que pueda vivir su perro. Mi abuela teniendo de hijo favorito a mi padrino claramente aceptó su petición. Le dijo a mi padre que lleve los gatos a otro lugar y mi padre no tenía más opción que dejarlos en un parque. En la ciudad donde vivía había un lugar llamado “El parque de los gatos”. Un lugar donde la gente venía a jugar y alimentar a varios gatos. Mi padre nos llevó a ese lugar junto con los gatos para despedirnos. Luego de abrazarlos y llorar los gatos fueron corriendo a la pista donde justamente pasaba un bus que terminó por aplastar a mis gatos. Tuvimos la esperanza de que siguieran vivos ya que solo había sangre mas no cuerpos. Seguido de eso empezamos a buscarlos pero nunca los encontramos así que los dimos por muertos. Mi hermano y yo quedamos devastados, no sabíamos que hacer, solamente sentíamos algo de rencor hacia mi abuela pero sabíamos que no era su culpa ni la de los gatos. En esos momentos yo empecé a pensar que no importa quien tuvo la culpa. Importa como lo sobrellevamos. Al principio no le hablaba a mi abuela por lo que hizo pero luego volví a hacerlo. Porque ella no tenía la culpa, ella no sabía que iba a pasar eso. En ese momento pude entender que no hay ningún destino, ni suerte ni Karma. Solamente son las acciones que se cometen en el momento y eres tú quien decide cómo manejarlas. Hubo más casos como estos donde sufrí por culpa de mi familia y jamás perdonaba. Pero porque guardar rencor y odio? Eso solamente nos hace retroceder y estancarnos. No nos permite seguir, porque siempre pensamos en el “que hubiera pasado si…? O el maravilloso “ojala se muera” eso trae mucha malicia al corazón que no permite disfrutar de tu vida. En pocas palabras aprendí a perdonar porque sabía que no era bueno para mi y seguí con mi vida. Como si nada?, ¿No te importan los gatos?. Por supuesto que me importan y muchísimos y siempre estarán en un rinconcito de mi corazón y de preciados recuerdos,pero si sigo lamentando, jamás avanzará a lo que quiero ser por solamente pensar en algo del pasado.
“No hay ningún destino, ni suerte ni karma. Solamente son las acciones que se cometen en el momento y eres tú quien decide cómo manejarlas.”